A QUIEN PUEDA INTERESAR
La gente se imagina que el desastre del comunismo real llega solo con represión y sangre. Eso es no solo es una mentira sino que es una mentira contraproducente. Solo fue verdad para los que tuvieron la clarividencia de ver a pesar del entusiasmo colectivo o los cojones de oponerse.
Lo que se llamó comunismo en el siglo XX llegó de un modo más sutil. Seduciendo y convenciendo a la gente, comprandola o directamente eliminandola si se oponía. De este "comunismo" del siglo XXI lo único que puedo decir es que es la misma mierda pero mil veces peor. Al menos los comunistas como mi pobre madre creyeron en algo por lo que dieron todo. Los de hoy son solo un atajo de parasitos eunucos y resentidos.
Un poco de historia pertinente.
Ejemplo de esa seducción fue la ley de reforma urbana. Gracias a esa ley de reforma urbana cada persona tuvo una casa. Ese fue el resultado inmediato. El resultado a largo plazo fue que en Cuba generaciones vivieran bajo el mismo techo sin esperanza de independizarse. El efecto a un plazo aún más largo son los balcones aterrizando en las cabezas de transeuntes desprevenidos cuando los inmuebles colapsan producto de que a nadie le importa una pinga nada.
Antes de juzgar uno tiene que preguntarse honestamente ¿Quien podria no estar de acuerdo con una ley tan justa y tan humana? ¿Quien podría no querer que todos tuviesen una casa? Pero de la respuesta que demos a esto depende el ser adulto y entender que todo tiene un precio o ser ese adolescente que todos hemos sido y que no tiene la más puta idea de donde vienen las cosas.
Esa es la verdad que yo viví y de la que puedo dar testimonio. No hubo inocentes en Cuba. Solo complices de nuestra propia desgracia.
Por eso siento un algo indescriptible y no precisamente bueno por las personas que siendo cubanas como yo tratan de edulcarar, justificar y en algunos casos aplaudir la idea de un mequetrefe supuestamente socialista y supuestamente musulman llegando al poder prometiendo transporte por la libre. Supongo que importará camellos.
¿Que se puede esperar de una persona que cree que todos debemos ser iguales que comulga con un individuo que cree que el mundo se divide entre el creyente y el infiel?
Ustedes salieron de Cuba solo para repetir la misma historia pero cuando empieza la música.
El comunismo fue una fiesta supuestamente gratis en la que todos nos emborrachamos. El ticket lo pagamos al final cuando se pasó la borrachera.
Y terminó con un poema para que terminen de molestarse:
EPIFANIA NIUYORKINA
Un producto nuevo ofrece
el zurdaje americano,
otro obamita mecano
que un beduino parece;
el nuevo actor adolece
de fallas a constatar,
tras su risa de bazar,
sus ojos de dormitorio,
no es más que un supositorio
para el que anhele cagar.
¿Cómo se puede aceptar
que puedan compaginarse
el mahometano postrarse
con izquierdista pensar?
Dice que todo va a dar
por la libre su excelencia,
y por reinar sin pendencia
quitará la policía,
instaurará la utopía,
retará a la presidencia.
Lo peor no es la insolencia
de este bufón agareno
ni el culpable desenfreno
de quien le votó a consciencia.
Estupidez o inocencia
pal caso será lo mismo,
requiere mucho optimismo
pensar que algo bueno salga,
New York se tatuó en la nalga
el colmo de su espejismo.
TO WHOM IT MAY CONCERN
People tend to think that the disaster of real communism came only with repression and bloodshed. That’s not only a lie, but a counterproductive one. It was only true for those who had the clarity to see through the collective enthusiasm or the guts to oppose it.
What was called communism in the 20th century arrived in a much subtler way — by seducing and convincing people, by buying them off, or by simply eliminating those who resisted. Of this “communism” of the 21st century, all I can say is that it’s the same shit, only a thousand times worse. At least the communists of my poor mother’s generation believed in something for which they gave everything. The ones today, better not to say.
A bit of necessary history.
One example of that seduction I referred was the Urban Reform Law. Thanks to that law, every person got a house. That was the immediate result. The long-term result was that in Cuba, generations ended up living under the same roof with no hope of ever becoming independent. The effect in the even longer term is balconies collapsing on the heads of unsuspecting passersby when buildings crumble — because no one gives a damn about anything anymore.
Before judging, one must honestly ask oneself: Who could possibly disagree with such a fair and humane law? Who wouldn’t want everyone to have a home? But how we answer this determines whether we are adults who understand that everything has a price — or that teenager we all once were, who hasn’t the slightest damn idea where things come from.
That’s the truth I lived through and can bear witness to. There were no innocents in Cuba — only accomplices in our own misfortune.
That’s why I feel something indescribable — and not exactly good — toward those Cubans who try to sugarcoat, justify, or even applaud the idea of some clown supposedly socialist and supposedly Muslim coming to power promising free transportation. I suppose he’ll import camels.
What can you expect from someone who believes we should all be equal, and sides with another who believes the world is divided between believers and infidels?
You left Cuba only to repeat the same story once the music starts playing again.
Communism was a supposedly free party where we all got drunk. The ticket, we paid for it later — once the hangover was over.
